De física. Anécdotas, sucedidos y microrrelatos de ambiente científico, todos ellos reales
Fue el gran
humorista Miguel Gila la primera persona que me puso en contacto con el
método "assimil" para aprender inglés. Mucho tiempo después, no
recuerdo muy bien cómo, cayó en mis manos el libro que lo apoyaba. Era un
volumen tamaño bolsillo, de tapa dura y encuadernado en tela, de color
amarillo. Hace mucho que no lo veo, seguramente se perdió en alguna
mudanza. Para mi asombro, los chistes de Gila estaban allí escritos. Tal y
como don Miguel los contaba.
Hubo un
tiempo en el que los españoles no éramos muy buenos con los idiomas. Hoy
en día, en el ámbito de la ciencia, esto puede parecer increíble, pero
ocurría. Todavía quedan restos de esta época, no tan lejana, notables en
el caso de los políticos. Algunos por falta de capacidad, y otros por
haber tenido formación francófila, muchos científicos españoles no
hablaban inglés. Pero todos conocían el "assimil", gracias a
Gila.
En uno de
los grandes laboratorios internacionales de física de partículas, el grupo
de la universidad estadounidense de Northeastern tenía sus despachos justo
enfrente del grupo español. La colaboración entre los dos grupos era
estrecha. por eso, no resultaba sorprendente que el director del grupo
norteamericano, hoy juzgado por corrupción, pasase al despacho del grupo
español a preguntar por alguien. Ese día fue como todos los demás. El
físico americano soltó una larga parrafada en la lengua de Faulkner,
seguramente preguntando por uno de los jefes del grupo español. Pero el
interlocutor que tenía ese día no era el mismo de siempre. Por eso,
después de aguantar la murga anglosajona, respondió, recurriendo al
"assimil", la frase más popular del método: "My taylor is
rich". No había entendido ni una sola palabra. El
americano, reprimiendo un gesto de asombro infinito, haciéndose cargo de
la situación y tirando de la natural flema de sus primos del otro lado del
charco, se limitó a responder: " Oh, really?"
La historia,
sin embargo, acabó bien. En el despacho de los españoles había otro
físico, que sí hablaba inglés, y que, tras recuperarse del ataque de risa,
pudo atender, a duras penas y entre carcajadas, al colaborador
norteamericano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario