con Blas Cantor
Apuntes, por P. Ch.
Hace ya la friolera de veinticuatro siglos que el insigne Diógenes de Sinope, alias "el cínico", acuñó una afortunadísima expresión que no ha dejado de utilizarse desde entonces: "más vale tarde que nunca". Viene que ni pintada, una vez más, la expresión del habitante de la tinaja. Y ello por dos razones. La primera es la larga ausencia de inspiración literaria de la que me confieso culpable, y que trataré de remediar. La segunda es el tiempo transcurrido desde que B. C. se sintió inspirado y me envió estos disparos hasta que por fin han convertido en Opinión de Chichinabo. Por estas dos razones recurro a la sentencia del barbado sinopense para realizar este breve apunte. Breve como los disparos que nos lanza nuestro admirado don Blas. En esta ocasión, fruto del estro que le produjo la amena conversación que sostuvimos durante una comida. He insistido a lo largo de este apunte en la palabra inspiración, como seguro que han advertido. Porque la inspiración existe... Pero este tema queda para un texto que quizá escriba en el futuro.
Disparos
El poema es esa larga vacilacion dentre el sonido y el sentido. (P. Valery)
La poesia es arte combinatorio. (P. Enmanuel)
España es un etcetera de Europa. (F. Umbral)
La forma es el fondo que viene a la suerficie. (V. Hugo)
El poema y el teorema, son el alfa y el omega del lenguaje. (B. C.)
La filosofia es el poema de la razon. (Novalis)
Las ideas son los sucedaneos de los pesares. (M. Proust)
No tengo ideas, solo palabras y silencios. (M. Duras)
Sabiduria: arte de emplear bien la ignorancia. (B. C.)
La vida, breve aventura de la química. (M. Vicent)
Prófugo de mi ser que me despuebla
la antigua certidumbre de mí mismo,
busco mi sol, mi nombre, mi bautismo,
las aguas que lavaron mi tiniebla.
Me dejan tacto y ojos, solo niebla,
niebla de mí, mentira y espejismo:
¿qué soy, sino la sima en que me abismo,
y qué, sino el no ser lo que me puebla?.
El espejo que soy me deshabita:
un caer en mí mismo inacabable
al horror del no ser me precipita.
Y nada queda sino el goce impío
de la razón cayendo en la inefable
y helada intimidad de su vacío.
(O. Paz)
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