miércoles, 19 de diciembre de 2018

Premios anuales de la Academia Riman - VI


En la villa y corte de Madrid, a 28 de diciembre de 2018.

Reunido el Jurado de los Premios Anuales de la Academia Riman, integrado por los excelentísimos Dr. Ing. Palomino Chichinabo, que ejerce como presidente, Prof. Marco Testa D'ovo, que ejerce como secretario y el Dr. Jofreu Sácaro, que ejerce como vocal, acuerda, por unanimidad, conceder:
  • El premio Churrito de Oro, el premio Porra de Plata, el Buñuelo Especial del Jurado, el premio Pepe Gotera, la Mención Especial del Jurado, el Masters de Augusta, la Copa de Europa, el Mundial, el Balón de Oro, la medalla de oro olímpica de los 100m lisos, la ensaladera de Wimbledon, el Tour de Francia, el óscar al mejor guion original, el premio Planeta, el premio Grammy al mejor cantor latino y el premio Limón a Su Excelencia NCA, por su actuación al frente de la UdEMdMCFP, donde quiso imitar a Luis XIV y se quedó en archipámpano de las indias. Su labor es tan desastrosa que no hay por donde cogerla, así que el jurado se manifiesta públicamente incapaz de resumir tal situación en una lista de razones. Puso el colofón perfecto a esta indescriptible obra con su majestuosa actuación en el informe al comité externo de expertos y en la justificación de mitad de proyecto, aderezada con su genial idea para la recepción del académico. Esta incompleta lista de deméritos, que no hace justicia a un personaje de tal magnitud, le hace merecedor indiscutible de estos prestigiosísimos galardones y de cualquier otro imaginable. El jurado señala que por larga que sea la lista de premios y reconocimientos siempre se quedará corta ante tal exhibición de poderío.

    Se hace entrega de todos y cada uno de los premios Su Excelencia, tocado con el gorro de Napoleón, que le distingue como ganador único de todos los premios habidos y por haber, hazaña que se consigue por primera vez y pone el listón casi inalcanzable para cualquiera que intente imitar tal hito.
El jurado ha valorado múltiples aspectos para la concesión de los premios y está en condiciones de asegurar que el premiado no es una referencia capital de la ciencia y la cultura de nuestro tiempo.

Y en prueba de conformidad, suscribe conjuntamente la presente ACTA, en la fecha y ciudad arriba indicadas.

jueves, 19 de julio de 2018

Disparos

con Blas Cantor

Apuntes, por P. Ch.

Hace ya la friolera de veinticuatro siglos que el insigne Diógenes de Sinope, alias "el cínico", acuñó una afortunadísima expresión que no ha dejado de utilizarse desde entonces: "más vale tarde que nunca". Viene que ni pintada, una vez más, la expresión del habitante de la tinaja. Y ello por dos razones. La primera es la larga ausencia de inspiración literaria de la que me confieso culpable, y que trataré de remediar. La segunda es el tiempo transcurrido desde que B. C. se sintió inspirado y me envió estos disparos hasta que por fin han convertido en Opinión de Chichinabo. Por estas dos razones recurro a la sentencia del barbado sinopense para realizar este breve apunte. Breve como los disparos que nos lanza nuestro admirado don Blas. En esta ocasión, fruto del estro que le produjo la amena conversación que sostuvimos durante una comida. He insistido a lo largo de este apunte en la palabra inspiración, como seguro que han advertido. Porque la inspiración existe... Pero este tema queda para un texto que quizá escriba en el futuro.

Disparos

El poema es esa larga vacilacion dentre el sonido y el sentido.  (P. Valery)

La poesia es arte combinatorio. (P. Enmanuel)


España es un etcetera de Europa. (F. Umbral)


La forma es el fondo que viene a la suerficie. (V. Hugo)


El poema y el teorema, son el alfa y el omega del lenguaje. (B. C.)


La filosofia es el poema de la razon. (Novalis)


Las ideas son los sucedaneos de los pesares. (M. Proust)


No tengo ideas, solo palabras y silencios. (M. Duras)


Sabiduria: arte de emplear bien la ignorancia. (B. C.)


La vida, breve aventura de la química. (M. Vicent)

Prófugo de mi ser que me despuebla
la antigua certidumbre de mí mismo,
busco mi sol, mi nombre, mi bautismo,
las aguas que lavaron mi tiniebla.

Me dejan tacto y ojos, solo niebla,
niebla de mí, mentira y espejismo:
¿qué soy, sino la sima en que me abismo,
 y qué, sino el no ser lo que me puebla?.

El espejo que soy me deshabita:
un caer en mí mismo inacabable
al horror del no ser me precipita.

Y nada queda sino el goce impío
de la razón cayendo en la inefable
y helada intimidad de su vacío.


(O. Paz)

 

miércoles, 18 de julio de 2018

La lengua de los sueños

De física. Anécdotas, sucedidos y microrrelatos de ambiente científico, todos ellos reales

Los científicos también son seres humanos. Este hecho trivial tiende a olvidarse en medio de los conceptos complicados, las matemáticas avanzadas y el lenguaje intimidante de la ciencia, pero nadie puede evitar su naturaleza; los científicos tampoco. Muchas de las reuniones de trabajo que se suceden sin interrupción en los grandes laboratorios ponen de manifiesto este hecho más que cualquier otra situación. Cuando un ponente de aspecto gris, voz queda, pasión inexistente y tema plúmbeo expone sus trabajos rutinarios, la visita que Morfeo hace a los oyentes es demasiado amable como para que se nieguen a acogerlo.

En el último quinto del siglo XX, en el laboratorio de física de partículas más importante del mundo, esta situación se produjo una vez más. Este hecho, por habitual, no tendría mayor relevancia si no fuera porque esta vez hubo un detalle que lo hizo diferente. Un fornido ruso describía sin pasión, con monotonía, sin color y con un inglés incomprensible las características de algún detector avanzado que jamás se construiría, y que no interesaba a nadie salvo quizás a algún miembro del KGB identificado como secretario científico. Entre los asistentes a tan apasionante discurso uno destacó por encima de los demás. Tras cinco minutos de discurso, cuando un 20% de los asistentes se habían abandonado al dios de los sueños; otro 40% intentaba acceder a esa avanzada herramienta de comunicación de la época: el correo electrónico y el resto borrajeaba el artículo que se había imprimido sin poderlo leer por puro sopor; eso sí, todos poniendo caras de gran atención y haciendo gestos de afirmación ante la monotonía del soviético, uno de los asistentes llamó la atención de un pequeño grupo. No paraba de realizar gestos extraños, una mezcla peregrina entre el ceño fruncido para quitar de entre los dientes ese molesto trozo de naranja, el cuello jirafero para asomarse y la angustia del ahorcamiento. Según afirma uno de los miembros de ese grupito: "...yo estaba muy asustado, creía que le estaba dando un ictus...". La gesticulación continuó durante muchos minutos, tantos como se alargó la pesadísima exposición del ruso.

Cuando el suplicio soviético llegó a su final, fue aderezado por los consabidos aplausos, que son el despertador de ese prudente y durmiente 20%. Llegó entonces el momento de descansar e ingerir tanto café como fuese posible en 20 minutos, antes de volver al interior de la sala para repetir la operación con otro ponente igualmente interesante. En este momento de relajamiento, varios de los asistentes asaltaron, preocupados, al autor de los gestos: "¿Estás bien? ¿Qué te pasa?". La respuesta confirma el enunciado del inicio: "No me pasa nada. Tan solo trataba de tocarme la campanilla con la punta de la lengua para no dormirme".

Cualquier método vale para intentar hacer frente a Morfeo. Pero el resultado siempre es el mismo: nadie se acuerda de lo que dijo el ruso.