Textos, nombres, comadrejas y escobas
La inminente cercanía del estío, con su canícula y su canesú, suele traer consigo la extensión de rumores maledicentes y falsos, que nos vemos en la obligación de desmentir y aclarar antes del merecido reposo. Es lo malo de ser azote. No se puede descansar, porque la caterva falaz siempre está activa.
Quedará profundamente decepcionado todo aquel que busque una obra maestra de la literatura, o quizá de la divulgación científica, en la revista Vértices. El artículo que ha ocupado a tres cuartos de departamento durante varios meses no es la piedra angular de la sabiduría cósmica, como un rumor malicioso que queremos desmentir rotundamente ha difundido. No pasa de centón, y mal escrito. Sin embargo, nos resulta incomprensible el desmedido interés que ha levantado en varias decenas de científicos, investigadores y profesores. Este hecho queda en los anales del misterio.
Y por si esto fuera poco, el panfletillo de marras consiguió que el más ilustre investigador al este del Loira elevase su voz tronante al contar el número de párrafos dedicado a cada tema y ver que el suyo, claramente el más importante, decisivo, influyente, cósmico, universal y excepcional, no gozaba del cien por cien del espacio del artículo. Resulta conveniente desmentir que este grave ataque de aritmética aguda se deba a egolatría, chovinismo o manía de narciso sino que es producto del aire montañoso de los lagos helvéticos y el ambiente reducido y enrarecido de las afueras de Sant Genis Pouilly.
No son ciertos los comentarios vertidos en diversos medios acerca de los mustélidos de los Alpes. Los coordinadores de análisis de los grandes experimentos siguen siendo de la especie homo sapiens sapiens, a pesar de la interrupción en el Gran Acelerador provocada por la precisa intervención de una comadreja, que fue capaz de mantenerlo parado una semana.
Rigurosamente falso que el nombre de la sala Marquina se haya cambiado (o al menos, se haya intentado cambiar), de manera democrática y plural, porque el susodicho haya caído en desgracia. Eso ya lo hizo hace tiempo en otros lares. Más bien es consecuencia de la igualdad mal entendida, y del ávido deseo de reconocimiento de las grandes aportaciones realizadas a la física por los titulares de las salas. Las mesas y el reloj de la que nos ocupa llevan la firma de un autor único en el mundo. Y no es de Maeztu. ¡Qué ingrata es la desmemoria!
Es falaz la noticia que ha llegado a nuestros oídos de la súbita elevación del nivel del lago Lemán causada por el contumaz vertido de teléfonos móviles de última generación y bolígrafos de cuatro colores. No se ha detectado contaminación por metales pesados, ni coloración anómala de las prístinas aguas del lago.
Debemos desmentir las historias asombrosas sobre la misteriosa presencia de un ser maléfico de vaga presencia humana en cierto centro público de investigación y que estaría dedicado a la intervención de las cuentas cotidianas y corrientes de la misma. Sin haber podido echarle el ojo, sólo podemos decir que es de género femenino y que no tiene aparcada una escoba a la sombra en el edificio 2.
Quedará profundamente decepcionado todo aquel que busque una obra maestra de la literatura, o quizá de la divulgación científica, en la revista Vértices. El artículo que ha ocupado a tres cuartos de departamento durante varios meses no es la piedra angular de la sabiduría cósmica, como un rumor malicioso que queremos desmentir rotundamente ha difundido. No pasa de centón, y mal escrito. Sin embargo, nos resulta incomprensible el desmedido interés que ha levantado en varias decenas de científicos, investigadores y profesores. Este hecho queda en los anales del misterio.
Y por si esto fuera poco, el panfletillo de marras consiguió que el más ilustre investigador al este del Loira elevase su voz tronante al contar el número de párrafos dedicado a cada tema y ver que el suyo, claramente el más importante, decisivo, influyente, cósmico, universal y excepcional, no gozaba del cien por cien del espacio del artículo. Resulta conveniente desmentir que este grave ataque de aritmética aguda se deba a egolatría, chovinismo o manía de narciso sino que es producto del aire montañoso de los lagos helvéticos y el ambiente reducido y enrarecido de las afueras de Sant Genis Pouilly.
No son ciertos los comentarios vertidos en diversos medios acerca de los mustélidos de los Alpes. Los coordinadores de análisis de los grandes experimentos siguen siendo de la especie homo sapiens sapiens, a pesar de la interrupción en el Gran Acelerador provocada por la precisa intervención de una comadreja, que fue capaz de mantenerlo parado una semana.
Rigurosamente falso que el nombre de la sala Marquina se haya cambiado (o al menos, se haya intentado cambiar), de manera democrática y plural, porque el susodicho haya caído en desgracia. Eso ya lo hizo hace tiempo en otros lares. Más bien es consecuencia de la igualdad mal entendida, y del ávido deseo de reconocimiento de las grandes aportaciones realizadas a la física por los titulares de las salas. Las mesas y el reloj de la que nos ocupa llevan la firma de un autor único en el mundo. Y no es de Maeztu. ¡Qué ingrata es la desmemoria!
Es falaz la noticia que ha llegado a nuestros oídos de la súbita elevación del nivel del lago Lemán causada por el contumaz vertido de teléfonos móviles de última generación y bolígrafos de cuatro colores. No se ha detectado contaminación por metales pesados, ni coloración anómala de las prístinas aguas del lago.
Debemos desmentir las historias asombrosas sobre la misteriosa presencia de un ser maléfico de vaga presencia humana en cierto centro público de investigación y que estaría dedicado a la intervención de las cuentas cotidianas y corrientes de la misma. Sin haber podido echarle el ojo, sólo podemos decir que es de género femenino y que no tiene aparcada una escoba a la sombra en el edificio 2.
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