Con sangre y tropezones
Mirándole de cerca y con desdén
escuchando su obtusa gritería
contemplando su inmensa tontería
aquella que reparte a tutiplén.
Gañán y fino como un palafrén
onagro sordo por su cobardía
el tuno le engaña con picardía
noventa y dos veces de cada cien.
Me cargan sus aviesas intenciones
algunas además sin disimulo.
Reniego de tanta mierda, ¡cojones!
Callacuece y como físico, nulo.
Orate sin sangre y sin cojones,
soplapollas, ¡vete a tomar por culo!